Volver al Cañón del río Lobos

Tenía 22 años en el año 1987. Acababa de conseguir la autonomía de movimiento que me proporcionó un viejo y destartalado SEAT 124 de segunda mano. Mi primer viaje lo hice a principios de otoño, al Cañón del río Lobos, cerca de la localidad de Ucero en la provincia de Soria. Poco antes había conseguido uno de mis primeros propósitos en lo que ha sido una de mis vocaciones más tempranas: un tomavistas de película Super 8.

Ha pasado mucho tiempo, y aunque en otras ocasiones he vuelto a visitar este paraje, para mí entrañable y lleno de connotaciones; nunca, hasta que recientemente volví a visionar una vieja cinta de película, me había planteado comparar lo que contenían sus fotogramas y las sensaciones que aquel viaje me produjo con lo que he visto y sentido en mi último viaje a este parque natural.

En la mentalidad de aquel joven -que espero no haber perdido del todo- recuerdo grandes dosis de emoción y aventura, de independencia, de búsqueda de un contacto cercano con la naturaleza y algo que siempre ha viajado conmigo: mucha curiosidad que me sigue impulsando a traspasar horizontes y descubrir nuevos paisajes en la intemperie.

Al recorrer los mismos senderos de este maravilloso rincón aprecio cambios, muchos cambios, tanto en mi (los años no pasan en balde) como en el entorno que entonces disfrutaron mis sentidos. El primero y más evidente es la masificación. En aquella visita apenas nos encontramos con alguien y los pocos que hasta allí llegaban tenían algún propósito claro. Conocí a un interesante grupo de espeleólogos a los que seguramente truncamos su intención de hacer una visita a la cueva de la Galiana aquella primera noche que acampamos (y también se trunco la posibilidad de haber hecho espeleología por primera vez), quizá aquel vinillo embocado de la cena que nos ofreció Puri, la entrañable mujer que llevaba la pequeña cantina iluminada por un camping gas a la entrada del barranco, tuvo bastante que ver. Nadie se extrañe, había una zona reservada para acampar durante el tiempo que deseáramos a la entrada del barranco. También pudimos recorrer el cañón fuera de cualquier ruta o sendero establecido, circunstancia que acompañó a completar una gran sensación de libertad . Es obvio decir que estas actividades, entre otras, están completamente prohibidas en la actualidad.

Ahora quizá sea uno de los parques naturales más visitados de la zona centro peninsular. Me causó mucho desasosiego el gran número de coches que transitan por una carretera donde antes solo había un camino de unos tres kilómetros en el que no tenían permitido transitar (curiosamente esto antes no pero ahora si se permite). La carretera acaba en dos aparcamientos de pago que están prácticamente llenos cualquier día no laborable con buen tiempo. Claro está que de cada vehículo se apean varias personas con la sana intención de realizar un recorrido a pie, casi siempre hasta la ermita de San Bartolomé, en la que el único cambio que he notado es que está abierta al público y se puede visitar previo pago, por el módico precio de un euro. Este recorrido de ida y vuelta, apenas dos kilómetros andando desde el aparcamiento hasta la ermita por este impresionante paisaje que abarca mucho más recorrido, merece mucha más visita. No pude marcharme sin tener la sensación de haber visitado un entorno natural con tratamiento de parque temático.

Cuando voy al campo quiero encontrar una cierta intimidad que no disfruto en la ciudad: no quiero oír el constante ruido de los motores, tampoco los gritos de algunos niños y de sus progenitores, no me gusta pasear acompañado de una gran cantidad de perros sueltos y me molestan las conversaciones en voz demasiado alta (sorprendentemente hablando de asuntos laborales en un sitio donde yo lo que quiero es desconectar); nada de esto contribuye mucho a tener un momento placentero.

El paisaje en el barranco ha cambiado poco, a pesar de que es difícil compararlo, ya que el principio de la primavera es el momento del año más opuesto a la época en la que filmé aquellas imágenes. Pero tengo la impresión de que un poco sí se ha desnaturalizado. Tampoco tiene mucho misterio estar en una cueva en la que no paran de entrar y salir personas que poco respetan la introspección que algunos buscamos en el viaje. Vi demasiados carteles dedicados a prohibir acciones tan evidentes que sorprende que tengan que recordarlo y siento que el río no es tan apacible ni rebosante de vida como hace 37 años.

Posiblemente tenga idealizada parte de aquel viaje que las viejas imágenes me han hecho recordar. Y también posiblemente el paso del tiempo me haya hecho un poco cascarrabias, que no significa que sea intolerante: me conformo con pensar que la gente busca en estos parajes el mismo sentimiento de paz y tranquilidad que yo buscaba en el año 1987.

Ernesto Cardoso

Temporada 6. Capítulo 12Volver al Cañón del Río Lobos
Fecha de grabaciónMarzo de 2024
Duración2:25 minutos
Fecha de emisión5 de junio de 2024
LocalizaciónCañon del Río Lobos, Ucero, Soria. Castilla y León. España
Imagen y sonidoErnesto Cardoso, Alejandro Cardoso
Montaje y ediciónErnesto Cardoso
OpúsculoErnesto Cardoso
MúsicaHawkin
TemaWoods