En algún momento del Neolítico hicimos nuestra primera revolución. La explotación agrícola y ganadera nos convirtió en sedentarios. Las armas que utilizábamos para cazar empezamos a emplearlas contra los enemigos –reales, potenciales o imaginarios- que acechaban los pocos bienes que se podían acumular. Tal vez la escasez de alimentos pudo ser el comienzo de estos conflictos. Nació entonces la especialización de las funciones sociales y el miedo a perder los bienes acumulados creo lideres y guerreros a los que, por ser violentos y tener el control de las armas, les fue sencillo alcanzar el control económico, social, político y simbólico sobre el resto de la población. Así las personas que más bienes pudieron poseer (y por supuesto los que más temían perderlos) fueron los miembros de esta élite guerrera que, utilizando su poder represivo, crearon una sociedad clientelar que los mantenía y enriquecía a cambio de ofrecer una seguridad también real, potencial o imaginaria.
Desde aquellos días hasta que otra revolución tecnológica -el dominio de la pólvora- hizo caer las murallas más altas y fuertes, no dejamos de buscar sitios altos y poco accesibles para hacer poblados fortificados (castros) que nos protegieran. Durante el imperio romano la organización, fuerza y movilidad de sus ejércitos convierte en inútiles esas aldeas fortificadas. Nos bajaron a todos de las alturas y nos alojaron en ciudades bien diseñadas y con buenos servicios, pero aún así, con frecuencia, sobre todo en zonas de frontera o junto al mar, y más tarde, cuando el imperio comenzó a debilitarse, se hicieron alrededor de las poblaciones grandes murallas convirtiendo muchas de sus ciudades en fortalezas. La caída de Constantinopla se produjo gracias a la artillería turca de Mehmed II y fue el principio del fin de las murallas. Ya no se podía defender a todos y las tácticas defensivas evolucionaron en la construcción de castillos y ciudadelas que sólo protegían a unos pocos y difícilmente ofrecían resguardo a toda la población.
En el caso particular de la Península Ibérica, en la que hubo una guerra religiosa que duró más de siete siglos, la edificación de castillos fue prolífica. Toda la geografía donde se desarrolló el conflicto está salpicada de estas construcciones militares y es poco frecuente encontrar una ciudad en la que su parte antigua no se haya establecido alrededor de un castillo o fortaleza castellana o árabe.
Cuando ya no se daban los motivos bélicos para existir, algunos castillos se construyeron sin otra razón que la de resaltar el poder de sus propietarios, que marcaban de esta forma su diferencia y de paso protegían su estatus y sus posesiones; como todos sabemos el miedo es libre. Este miedo sigue existiendo y está generalizado, la sensación que los amedrentadores quieren trasmitir pasa porque cada vez el peligro sea más cercano, cualquier circunstancia inquietante es buena para fomentarlo (migración, exclusión social, ideología…) y su objetivo es convertir a nuestro vecino en enemigo. Algunos “privilegiados”, temerosos de perder su seguridad concebida a costa de la desigualdad, pueden permitirse crear barreras y vivir aislados y protegidos en sus fortalezas -aunque ya no sean de piedra-, y aunque el Estado haya creado mecanismos para tenernos protegidos, defendidos y tranquilos como el ejercito y la policía, este miedo atávico al enemigo (próximo o lejano, imaginario o real) sigue siendo un gran negocio para los vendedores de «seguridad”. Vivir con miedo sigue siendo rentable para los que lo saben aprovechar.
A pesar de su pasado bélico y de su significado violento los castillos forman parte de un bello paisaje que trae el recuerdo de un tiempo lejano en el que existía una preocupación por la seguridad que como especie todavía no hemos superado.
Ernesto Cardoso
Temporada 2, capítulo 3 | Castillo |
Fecha de grabación | 6 de octubre de 2019 |
Duración | 1:58 minutos |
Fecha de emisión | 24 de enero de 2020 |
Localización | Sierra de Gata |
Municipio | Trevejo, Cáceres. España |
Imagen y Sonido | Ernesto Cardoso |
Edición | Ernesto Cardoso |
Opúsculo | Ernesto Cardoso |
Música | Chad Crouch |
Tema | Headwaters |