La agonía de la despensa

El campo es la despensa. Una cesta mide la cantidad. Lo que cabe dentro es suficiente.

Luego están los que quieren hacer negocio con los bienes comunes, la recolección desmedida y egoísta, la acumulación por la acumulación. Marx habla de “acumulación originaria” como el paso previo a la “acumulación de capital”. Privatizando (haciendo propio, sólo mío) lo que es de todos. Pero esa privatización: “destruía decenas de formas tradicionales de definir los derechos de acceso de la población a los medios de producción y los recursos naturales”. Los pueblos cazadores-recolectores no tienen despensa ni arcón congelador, por eso siempre hay alimento, y cuando no hay una cosa para comer, hay otra.

Recolectar pensando en monetizar o comerciar con nuestra cesta cambia una actividad placentera por un empleo, cambia un manjar por un producto, cambia el ocio por el negocio. Cuando rebuscamos setas o cualquier planta silvestre comestible, deberíamos pensar que nuestro gesto es una forma de volver a disfrutar de nuestro viejo instinto cazador-recolector; olvidando, por unas horas, las inercias laborales en las que se impone una relación directa entre trabajo (esfuerzo más tiempo empleado) y beneficio. Cuando encontremos estos regalos es absurdo acumular mas de los que vayamos a consumir,  intentar llevarlas todas es no dejar su parte al campo o a los otros, esos que parecen los que nos dejan sin ellas y que nos miran y miramos como a contrincantes, aún sabiendo que disfrutan como nosotros al recoger cada seta, cada cardillo o cada espárrago.

El beneficio no es coger muchas sino entender a la naturaleza descubriendo e intentado saber cómo funciona su ecología, saboreando la intemperie, el bosque, el prado; disfrutando del tiempo derrochado, del paseo, de la compañía o el silencio sonoro del campo. Las que no recolectamos, las que dejamos en la tierra, los ejemplares pequeños y los primordios son siempre la despensa del futuro, nuestra futura dicha.

Las camperas del norte de España son los prados de montaña del sur de Europa, extensos pastizales expuestos al frío, la nieve y a los caprichos climáticos de estas tierras altas. La primavera explota a principios de mayo e inunda el monte de pasto, flores y toda clase de insectos; ocultos en el suelo, muy pendientes del deshielo y de las fuertes lluvias, aguardan los micelios de los hongos deseando fructificar como todos los seres vivos, perpetuarse y dejar su código genético bien esparcido durante otro año más. 

Los hongos se asocian con arbustos, hierbas y árboles, aportan nutrientes y establecen un nexo de unión muy especializado entre los diferentes miembros de una especie vegetal determinada. Son el “Internet” subterráneo del reino vegetal, la red que crea el vínculo entre todas las plantas del bosque o de la pradera.

En la campera, los hongos se manifiestan en forma de círculos o semicírculos donde el pasto crece con un tono más oscuro y desaparece parcialmente, cada año extienden su diámetro a media que el micelio crece. Son los denominados “corros de brujas”, donde champiñones silvestres, perrechicos o senderuelas viven al son de la humedad y de las suaves temperaturas. 

En un país como España, con una cultura gastronómica rica y enraizada en los productos de la tierra, no existe trazabilidad de recetas elaboradas con carpóforos de hongos más allá de un par de siglos. Alimento de privilegiados en la Roma imperial, desapareció su empleo en la cocina durante siglos. No es arriesgado pensar que los recolectores debieron mantener los secretos de la búsqueda y consumo de hongos -y sus connotaciones- lejos de los ojos y oídos de la Santa Inquisición que, ignorando la ciencia de los iniciados en la búsqueda de los micelios, se adentraban en los prados de montaña para dar con los inexplicables y maléficos corros de brujas.

Redacción Intemperie.

Temporada 3. Capítulo 12Perrechicos en alta montaña
Fecha de grabaciónMayo de 2021
Duración2:18 minutos
Fecha de emisión11 de junio de 2021
LocalizaciónCordillera Cantábrica. España
Imagen y sonidoErnesto Cardoso
Montaje y ediciónErnesto Cardoso
OpúsculoRedacción Intemperie
MúsicaCrowander
TemaTake back
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