Salmones de verano

Noruega tiene más de 25.000 km de línea de costa bañada por el Océano Atlántico Norte y orientada al oeste prácticamente en su totalidad. Es uno de los países en el que las poblaciones de salmón atlántico se mantienen en un estado óptimo de conservación y su pesca recreativa es una importante actividad de ocio y un foco de atracción de pescadores a nivel internacional.

Su historia geológica más reciente se desenvuelve en un escenario de lenta subsidencia o hundimiento, donde el mar invadió la tierra, en proceso similar lo que ocurrió en la costa gallega. Largos y profundos fiordos glaciares, labrados en algunas rocas tan antiguas como los primeros seres vivos que surgieron en la Tierra y rodeados de un abrupto relieve en el que en muchas ocasiones la comunicación por mar es más rápida y cómoda que por tierra.

La estacionalidad climática es muy fuerte, existiendo abundantes precipitaciones en otoño y en primavera, gran parte de ellas en forma de nieve que se acumula principalmente por toda la superficie montañosa y el norte del país. Los ríos tienen fuertes deshielos a finales de primavera, nutriéndose además de las abundantes tormentas que aparecen durante el suave verano y el otoño, siendo habitual que exista un estiaje poco pronunciado en sus caudales.

Es el entorno ideal para especies residentes de agua dulce fría como la trucha común (Salmo trutta) y especies anádromas como el salmón atlántico (Salmo salar).

El salmón atlántico es una especie marina, sus zonas de alimentación están en el entorno de la isla de Groenlandia y solamente regresan a los ríos para reproducirse. Su ciclo reproductivo se inicia a partir de los primeros meses del año, en el que de forma escalonada y por bálamos, los salmones adultos remontan los ríos en los que nacieron para ir preparando progresivamente su organismo para la reproducción.  

Desde los estuarios suben corriente arriba, poco a poco, buscando las zonas más tranquilas, esperando pacientemente a que llegue el mes de diciembre para poder alcanzar los fondos de graveras con aguas más oxigenadas y frías donde poder desovar y fecundar las huevas, de las que nacerán las siguientes generaciones de salmones. Desde que empiezan a remontar el río los tonos azules y plateados van dando paso, gradualmente, a los colores amarillos y anaranjados. El dimorfismo sexual se acentúa con la deformación de la mandíbula inferior de los machos y los tonos cada vez más oscuros de la librea de las hembras. 

Al contrario que los salmones del Océano Pacífico, la naturaleza ofrece una segunda oportunidad a los ejemplares más fuertes de la especie atlántica, y tras el desove algunos retornarán lentamente de nuevo al mar para volver a alimentarse y así poder volver de nuevo a cerrar el ciclo que tienen grabado en su código genético.

Los pequeños salmones nacidos en el río, tras uno o dos años y una vez alcanzado un tamaño entorno a los 15 a 20 cm de longitud, comienzan a transformar su cuerpo para la vida marina, el proceso se denomina esguinado y su librea se torna de nuevo plateada.

Es muy probable que cuando los bancos de pequeños esguines naden corriente abajo en busca del agua salada, coincidan en el río en sentido contrario con sus progenitores, en un ciclo que se repite año tras año. Con toda su complejidad y con la efectividad que el salmón atlántico nos muestra lo que su naturaleza lleva haciendo desde hace miles de años, los seres humanos solo somos capaces de mal imitarlo y adulterarlo, con remedios cortoplacistas que difícilmente consiguen sus objetivos y que en ocasiones aceleran el declive de la continuidad de esta especie. 

Generaciones de peces han cumplido con su misión reproductiva sin más ayuda que el instinto de supervivencia y un código genético labrado en el ensayo-error de miles de años de pequeñas mutaciones y una adaptación a unos ríos que poseen unas características fisicoquímicas y geomorfológicas muy determinadas. 

 El comportamiento de los salmones no puede responder a la voluntad de un empirismo pragmático simploide y a la terca actitud de seguir impidiendo que la vida se abra paso de la manera lo más natural y efectiva posible, como siempre fue.  Debemos plantear nuevas actitudes sociales que ayuden a reparar y conservar el medio en el cual la vida se desenvuelve, reconocerlo como un ecosistema y no un recurso económico como muchos lo entienden, y de esta forma dar el primer paso que separa la degradación progresiva e imparable del medio natural de la sostenibilidad como filosofía de vida.

Daniel Agut

Temporada 2. Capítulo 15Salmones de verano
Fecha de grabaciónVerano de 2019
Duración3:06 minutos
Fecha de emisión10 de julio de 2020
LocalizaciónStøren, Trondheim. Noruega
Imagen y sonidoDaniel Agut, Fran Ruiz
Montaje y ediciónDaniel Agut
OpúsculoDaniel Agut
MúsicaDaniel Agut
TemaDark spots
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