El ocio campestre

El ocio actual podría quedar vagamente definido como una acepción de lo que los latinos denominaban otium: el tiempo en que una persona puede, entre otras actividades, disfrutar comiendo, bebiendo, jugando, contemplando o descansando. 

Siguiendo la trayectoria de este concepto romano heredado de la cultura griega, el otium podía tener también implicaciones intelectuales, virtuosas o inmorales. Pero también se explica como contraposición del necotium (negocio, negación del ocio), como un acto de retirarse de los asuntos cotidianos para así poder participar en actividades que se consideraban artísticamente valiosas o ilustrativas (es decir, el debate, la escritura o la filosofía). Durante el Imperio Romano el ocio tuvo un significado especial para hombres de negocios, diplomáticos, políticos, filósofos o poetas.

He arrancado mi primera frase con un verbo en tiempo condicional porque, aunque algunas veces se parece a aquél que practicaban unos pocos elegidos de la sociedad romana, el ocio actual está dirigido hacia actividades marcadamente relacionadas con el consumo. Constantemente estamos bombardeados, o bien por los mass media o simplemente por el boca a boca, con mensajes de ofertas de ocio en muchas de sus variantes: restauración, hospedería, actividades deportivas o lúdicas… se podría resumir en que el ocio está bastante relacionado con la actividad turística.

Cabe destacar en este aspecto la conversión del campo en un objeto de consumo de ocio para los habitantes de grandes núcleos de población. Unas circunstancias bien aprovechadas desde las administraciones locales que no escatiman en inversiones y promociones de cualquier “encanto” que los pueblos puedan ofrecer y al mismo tiempo en la regularización de actividades que puedan comprometer las economías locales o comprometer demasiado el medio, en una política resultadista destinada a abrir el campo masivamente y después intentar ponerle puertas con medidas coercitivas. 

Es tal la demanda, que propondría cambiar las denominaciones de algunos “Parques Nacionales” por la de “Parques Temáticos” o la transformación definitiva de pueblos que conservan bien su arquitectura fruto de su pasado histórico en decorados de cine; una especie de “paseódromos” para que la gente (esa masa informe, aturdida e indolente a la que por supuesto ninguno pertenecemos), no tenga mucho que pensar a la hora de elegir donde pasar el fin de semana, tener el paisaje o el fondo adecuado para realizar sus fotografías y, desde luego, dejar constancia de su búsqueda de libertad en las redes sociales.

La población española está cada vez más polarizada hacia áreas superpobladas desde desiertos demográficos. Las grandes concentraciones les devuelven personas con tiempo libre y un cierto poder adquisitivo como para devorarlo a tiempo parcial de manera recurrente, compulsiva y desordenada. La pandemia ha demostrado el grado de ocio que necesitamos y la forma masiva, atolondrada y mercantilista en que lo estamos consumiendo.

Daniel Agut

Temporada 3. Capítulo 19Cuatro cascadas en Madrid
Fecha de grabaciónAbril de 2021
Duración2:04 minutos
Fecha de emisión15 de septiembre de 2021
LocalizaciónComunidad de Madrid. España
Imagen y sonidoErnesto Cardoso
Montaje y ediciónErnesto Cardoso
OpúsculoDaniel Agut
MúsicaSergei Cheremisov
TemaThe Promises
Anuncio publicitario