Joven pescador

Camina por el agua, explora lo profundo, indaga y se pregunta en cada vuelo de seda y cuando posa la mosca en la corriente. El joven pescador se atreve a explorar nuevas intemperies, pequeños ríos encañonados en los que sólo se puede seguir la senda de los corzos y las nutrias, los lobos y los venados, el instinto y las ganas de descubrir el mundo. 

Ha dormido en hamaca, colgado de los árboles, sintiendo la luna y el rocío, el rumor del río y los últimos grillos, disfrutando del privilegio de sentirse flotando a un metro del suelo, acunado por un vientre de seda y estrellas. Cerca quedan las ruinas de un soberbio molino de tres piedras, reventado por el tiempo y la típica desidia, del que se van llevando las tejas para revender la pátina del tiempo que decora sus curvas. El resto del paisaje es salvajina, ripario espeso y agua turquesa, cañones y hoces repujados por todos los siglos. Águilas, buitres, corzos, bosquecillos de boj, perfume de menta acuática y truchas tímidas. El río sigue salvaje, corriente, limpísimo y lleno de un agua destilada por sus almacenes de caliza. Quien sabe si este agua que pisamos llovió el otoño pasado o el de hace diez años o el día en que nació el joven pescador. Quedan aún ríos así en el país, a salvo de las falsas sequías, olvidados por las mentirosas “pertinaces”, ignorados por todos esos destructores que defienden esa extraña forma de progreso que implica someter, embalsar, turbinar o enmierdar todo. Ríos que podría reconocer un vagabundo de hace cien años o de mil o de hace diez mil, cuando la cueva de allí arriba era casi un hogar confortable. 

Al joven pescador insiste en el arte. No se deja vencer por las dificultades o la timidez de las truchas. Los demás nos hemos dado por vencidos pero el sigue adelante río arriba, primero por el torrente y luego por el río más grande. No hay desaliento, cansancio o torpeza, derrocha lo que tiene, saber, tiempo, energía. Busca la perfección, la precisión, la dicha y no necesita ninguna admiración, ningún aplauso, si siquiera tocar la trucha ya vencida. 

El joven pescador aún no lo sabe pero será joven siempre en ese u otro río. Tal vez cambie su cuerpo, su ciudad, su trabajo o el color de sus sueños pero nunca su forma de mirar con atención y cuidado un diminuto torrente o un gran río, acechar a la trucha, caminar por el agua, explorar lo profundo, indagar y preguntar en silencio en cada vuelo de seda y cuando posa la mosca en la corriente. 

Ramón J. Soria Breña

Temporada 4. Capítulo 25Ablanquejo y Tajo
Fecha de grabaciónSeptiembre de 2022
Duración2:44 minutos
Fecha de emisión7de diciembre de 2022
LocalizaciónCanales del Ducado. Guadalajara. España
Imagen y sonidoErnesto Cardoso, Francisco Muela
Montaje y ediciónErnesto Cardoso
OpúsculoRamón J. Soria Breña
MúsicaAufiorezout
TemaFunny day
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