Bicicleteando por Los Monegros

Los desiertos actuales mantienen una belleza rara. También el olvido de cómo fueron antes. Los del futuro serán más desoladores porque guardaremos memoria de lo que había. La mayoría de la gente vivirá metida en sus escafandras de ladrillo, plástico o lata; en sus casas, coches o zulos con aire acondicionado y agua de bote. Otros sufrirán el sofoco de esta nueva intemperie en los pésimos habitáculos que ya tienen hoy y que no cambiarán mucho. No hace falta irse muy lejos para comprender cómo será gran parte del país en menos de cien años o en cincuenta. Ya tenemos hoy más de cuatrocientas mil hectáreas de desierto. Son famosos los de Gorafe, Bardenas, Tabernas, Monegros y Larva, llenos de arenas fósiles, barrancos, yesos, malas tierras, wadis, pedreras, sierras estériles y también matorrales, adelfas, sabinas, hasta algún gran árbol superviviente de calorinas y sequías sin cuento. Climatológicamente no son exactamente “desiertos” pero si tierras semi áridas por arranques, abuso del arado, incendios, excesos de pastoreo y cortas para leñas, vigas o picones.

El de los Monegros, siete habitantes por kilómetro cuadrado, es un “desierto” que desconcierta. Hay mucho regadío, cereal de invierno y cientos de naves de engorde de cerdos con sus enormes piscinas de purines perfumando el vacío. También parques eólicos con sus buitres y sus águilas reales jugando a la ruleta rusa con las palas giróvagas. Se llamó “Montes Negros” porque las sabinas, que eran abundantísimas hace siglos, se muestran muy oscuras con la media luz del atardecer o el ocaso.

Pero no nos engañemos, dice el Manifiesto científico por los Monegros que: “Los Monegros son un ecosistema singular, maduro, único en Europa, cuya riqueza biológica ha demostrado ser excepcionalmente importante en términos cuantitativos y cualitativos. La biocenosis documentada de Los Monegros sobrepasa las 5.400 especies biológicas, cifra superior a la conocida de cualquier otro hábitat nacional o europeo, presentando el mayor índice de novedades taxonómicas (nuevas especies para la ciencia) de toda Europa en lo que va de siglo, con un alto grado de endemismos y citas únicas para el continente y con numerosos ejemplos de distribuciones biogeográficas y adaptaciones ecológicas novedosas de enorme interés científico. No existe, con datos objetivos y contrastados, ninguna otra zona o espacio físico en nuestro territorio nacional, y tal vez en toda Europa, que pueda siquiera compararse a las singularidades, novedades, rareza y riqueza biológicas que hoy están documentadas científicamente de Los Monegros”. ¡Para que luego te fíes de los desiertos!

Pedaleamos despacio entre nieblas y lloviznas, luego con sol y barro así que en lugar de enfilar las cuerdas de los cerros optamos por las carreteras solitarias.  En la carretera A-129 de Leciñena a Alcubierre (Km. 34,6) se toma el desvío que conduce a la posición de Monte Irazo. Allí hacemos merienda en la trinchera donde fue herido, de gravedad en la garganta por el tiro de un francotirador, el escritor George Orwell. Escribe en “Homenaje a Cataluña:  “Cuando la carretera comenzó a internarse en la sierra, doblamos hacia la derecha y trepamos por un estrecho sendero de mulas que ascendía por la ladera de la montaña. En esa región de España las colinas tienen una formación curiosa, en forma de herradura, con cimas planas y laderas muy empinadas que descienden hacia inmensos barrancos. En los lugares más altos no crece nada, excepto brezos y arbustos achaparrados entre los que asoman los huesos blancos de la piedra caliza. Allí el frente no era una línea continua de trincheras, lo cual hubiera resultado imposible en un terreno tan montañoso, sino simplemente una cadena de puestos fortificados, conocidos siempre como «posiciones», colgados en la cumbre de cada colina.”

Nos gusta salir de los refugios, las guaridas, las casa, las cuevas, los abrigos, los albergues. En cuanto sales a caminar o a montar en bicicleta lejos de la ciudad estás en la intemperie. Nos sentimos vulnerables, al acecho, atentos a la vida y al horizonte o quizá distraídos con alguna mariposa rezagada o una idea suave. La intemperie en el desierto nos permite mirar más allá de los cincuenta centímetros del ordenador, los treinta del móvil, los cuatro metros de la pared de en frente o del televisor. Mirar lejos. Nuestros ojos descansan mirando lejos y nuestras piernas se alegran de pedalear largo por la llanura. A Orwell le impresionaron las grandes sabinas que habían sobrevivido a tantos exterminios. Aunque quedan algunas.

Ramón J. Soria Breña

Temporada 5. Capítulo 25Ruta por los Monegros
Fecha de grabaciónNoviembre de 2023
Duración2:24 minutos
Fecha de emisión20 de diciembre de 2023
LocalizaciónRegión de los Monegros, Zaragoza y Huesca. Aragón. España
Imagen y sonidoErnesto Cardoso
Montaje y ediciónErnesto Cardoso
OpúsculoRamón J. Soria Breña
MúsicaMonplaisir
TemaPretending/The call of the coyote