Han coincidido estos días un paseo por los campos de lavanda de Brihuega con la lectura del libro de Federico Kukso: “Odorama. Historia cultural del olor”. Hay cosas que apestan y están exquisitas como los quesos y perfumes de olores refinados que, sin embargo, si los bebemos están asquerosos. También hay días que la humanidad apesta en su conjunto y noches que un solo cuerpo de esa humanidad huele y sabe a golosina.
El olor, el buen olor, siempre nos ha importado. Pero nunca olió bien el mundo civilizado hasta que la higiene personal y el alcantarillado no se generalizó ya bien entrado el siglo XX, así que los perfumes han sido durante siglos una buena forma de tapar los malos olores corporales. En terracotas acadias de 1200 a.C. se alude a prácticas de destilación para perfumería. Los romanos perfumaban el agua para bañarse con flores secas de lavanda, de ahí el nombre de la planta. El sabio árabe Abū Yūsuf al-Kindī, en el siglo IX explica en sus textos como hacer destilaciones de alcohol y plantas de lavanda. Según al-Kindī, la esencia de lavanda era valiosa como relajante y calmante, ayudaba a convocar el sueño y también era bueno para cicatrizar heridas, quemaduras, picaduras de insectos, eliminar verrugas, acné o infecciones de garganta.
Nos gusta mucho su olor, también su color y la resistencia de estas plantas a los calores y a los fríos alcarreños. El género Lavandula consta de 39 especies salvajes. En Guadalajara se cultiva sobre todo la Lavandula intermedia un híbrido del espliego (Lavandula angustifolia) y la alhucema (Lavandula latifolia). Sin embargo nuestra preferida es la primaveral y salvaje Lavandula stoechas que es el nombre científico del cantueso. Se ha puesto de moda pasear por estos campos de cultivo cuya belleza cromática no es mayor que la de un campo de amapolas entre el cereal o de girasoles con la flor aún fresca, pero es difícil no dejarse seducir por su “perfume” porque a perfume huelen. En nuestro siglo XXI hay cientos de aguas de colonia comerciales que incluyen esencia de lavanda en su composición, pero oler la lavandula al natural es muy distinto, hay algo sutil que no recoge una esencia comprada. Tal vez sea la brisa de hoy, la mezcla de su inconfundible aroma con el olor de la tierra seca o de otras plantas de los montes cercanos o este color intenso, entre azul y morado, que nos provoca una extraña laxitud, pero también euforia. Carl Jung decía que el morado era la mezcla más armónica del rojo y el azul, que ese color estaba «entre lo humano y lo divino, y era la unión de las dos naturalezas». Nosotros no nos enredamos en mayores análisis, valores o símbolos, pero La Alcarria sigue siendo una de nuestras intemperies preferidas. No lejos de estos campos descubrimos también nuevas plantaciones de encinas micorrizadas con Tuber melanosporum, trufas negras, un hongo que también es puro perfume comestible. Pero dejamos esta pesquisa para otro día.
Ramón J. Soria Breña
Temporada 4. Capítulo 14 | Campos de lavanda |
Fecha de grabación | Junio de 2021 |
Duración | 1:47 minutos |
Fecha de emisión | 6 de julio de 2022 |
Localización | Brihuega, Guadalajara. España |
Imagen y sonido | Ernesto Cardoso |
Montaje y edición | Ernesto Cardoso |
Opúsculo | Ramón J. Soria Breña |
Música | Doctor turtle |
Tema | The fancy and the talent |