El 10 de diciembre de 1997 una gran compañía maderera estaba talando secuoyas de 1000 años. Julia “Butterfly” Hill, se subió a uno de ellos y estuvo allí arriba 738 días soportando el acoso de la empresa y hasta un huracán. Así logró que su gesto fuera conocido por muchos y evitó al fin su tala. Estos bosques de robles en un pequeño valle del sur de Gredos llevan 500 años en pie ¿por cuánto tiempo? ¿Nos quedaremos sin árboles?…Ahora la avispilla del castaño, un insecto de origen chino, azota los castañares gallegos y puede acabar matando a los árboles y extendiéndose por España. Quien sabe si no nos pasará como con la grafiosis de los olmos machadianos, la bacteria xylella Fastidiosa que comienza a matar olivos, cerezos, y almendros o el hongo de la seca de la encina que pudre sus raíces y está matando a miles de árboles de nuestras dehesas ¿qué haremos sin dehesas?. El cambio climático también es esto, quedarnos sin árboles. La pobreza también es esto, que se mueran los árboles o que nadie los cuide o que nadie los cure o que nadie replante, que fuego y la dejadez los aniquile cualquier día.
El monte bajo, el matorral, sigue siendo “el malo de la película”, el responsable de los incendios, el ente que hay que doblegar, limpiar, mantener a raya, impedir su éxito. Quizá porque hemos asumido una valoración productivista e ingenieril del bosque, apreciamos lo rentable, «bosques explotables», ahora «explotables-sostenibles». los árboles tienen valor económico: son maderables y también valor simbólico: el árbol-totem, el bosque-mágico. Además, sobre los árboles y el bosque, se ha construido desde siempre un concepto de belleza natural que el matorral no tiene. Pero el matorral, con su enorme diversidad, contiene mucho más alimento para la fauna durante más tiempo, mantiene el suelo, forma una piel contra la desecación y permite o condiciona que el bosque no sea mono especie. Para los biólogos, el matorral es como una selva virgen, ecosistemas variadísimos del que sólo se conocen las especies vegetales, pero apenas las complicadas simbiosis, inter competencias o coevolución con la fauna macro y micro, bacterias, hongos…
Es necesario darse un largo paseo ladera arriba para llegar a este bosque maduro. Como sus laderas están muy inclinadas y está en el límite de la alta montana apenas se ha explotado. Se ha salvado de quemas, repoblaciones de pinos y otras infamias. Pero seguimos viendo en las estribaciones de Gredos más y más desmontes de bosques de robles para hacer casitas, plantas cerecitos que necesitarán agua de riego y cuya tierra fértil se llevarán las primeras lluvias fuertes que acabarán colmatando los fondos del río y luego habrá que utilizar abonos, herbicidas, insecticidas… que también acabarán aquí en el agua. Cuando se arranca un bosque se acaba con la humedad de la tierra, y también con la evaporación de agua a través de la hojas que producen microclimas más frescos y suaves.
Entre un helecho diminuto agarrado en un muro de “piedra seca” y un tronco cortado de un roble muerto está parte del mundo que nos permite respirar. La otra parte son las algas del mar. Todo el oxígeno viene de ellas y de ellos. Vegetales que nos dan sombra y nos alimentan, producen sustancias que luego convertimos en fármacos y frutas del árbol de la ciencia del bien y del mal o quizá sólo para una tarta de manzana. Todos los que vienen a este bosque de robles centenarios, agarrados a la ladera de una montaña tan dura, se van sobrecogidos, inquietos, asombrados. ¿Qué los salvó durante tantos años del fuego, las sierras y las hachas, la ambición de generaciones para no convertir estos árboles en tablones, astillas y dinero? o ¿por cuanto tiempo? Hemos venido este año tres o cuatro veces al lugar. Además, abajo, corre un río bronco y abundante, limpísimo e inaccesible ¿pero por cuánto tiempo? Esas son las preguntas que hacen daño, esa certeza de destrucción futura, tal vez próxima. A los amigos de Epicuro y de Dionisos no nos motiva “conservar” o “proteger”, ni tener otro “parque” u otra “reserva”, solo la necesidad de respirar y de tocar, tras la facilidad de andar unos pocos kilómetros, una belleza salvaje que también inventó nuestra cultura.
Ramón J. Soria Breña
Temporada 4. Capítulo 2 | Robles centenarios |
Fecha de grabación | Noviembre de 2021 |
Duración | 2:14 minutos |
Fecha de emisión | 19 de enero de 2022 |
Localización | Sierra de Gredos, Cáceres, Extremadura. España |
Imagen y sonido | Ernesto Cardoso |
Montaje y edición | Ernesto Cardoso |
Opúsculo | Ramon J. Soria |
Música | Maartin Schellekens |
Tema | Farewell |